Por Francisco Urzuetta
FREDERICK FORSYTH, escribió un librazo genial: “La alternativa del diablo”, cuyo título da origen a esta pieza.
Cuando se pone en perspectiva las opciones que tiene el diablo para vencer al Creador, en definitiva, no le queda de otra más allá de echar a perder la creación y desviar al hombre –dicen los teólogos que dicen que saben- de su fin último que es disfrutar de la presencia de Dios. No hay muchas opciones. Se trata de echar a perder todo lo que el diablo toca. Todo lo pudre, lo desmantela, lo echa a perder o lo inutiliza.
¿Esto es aplicable al panismo posterior al dos de junio? Todo indica que sí.
Desde luego, el demonio de la soberbia de muchos dirigentes, candidatos, funcionarios, empleados de comités, hicieron todo lo posible por vagar por el mundo despreciando a los que no son de su tribu o que no creen en el respeto a la dignidad de la gente y la tratan con la punta del zapato.
Funcionarios inalcanzables –el demonio de las agendas- donde los servidores públicos nunca tienen tiempo de atender al público, mucho menos ejercitar la connotación de la palabra “Servidor”.
El demonio de la pereza, trabajando en dos áreas. Una, en la pereza y negligencias para afiliar ciudadanos, y también para resolver los temas presentados por la ciudadanía. Este reportero, en una de sus vagancias, escucho: “Antes, se atoraban los trámites, les ofrecías una lana y se desatoraban… Ahora con los del PAN, se atoran los problemas, les ofreces un dinerito, se ofenden y las cosas, tampoco salen”
El demonio de la ingenuidad, que eso es una falsa prudencia, por defecto, que los hizo chorrear agua bendita ante el colmillo del sacristán del infierno: Alito. Se pusieron a jugar a los políticos malos y no les funcionó.
El demonio del tribalismo, caracterización que los llevó a asegurar algunos puestos –con todo y notarías, según se dijo en los medios- olvidándose de la candidatura presidencial que los podía unir en un gobierno de coalición y evitar el camino a la dictadura… Tampoco les funcionó. La golpiza fue brutal y la oportunidad histórica, se diluyó entre sus manos.
Y el más letal: el demonio de la evaporización de su doctrina y sus principios, de sus valores y de la ética política que les dio identidad, votos, crecimiento, expansión y algún abono a la patria generosa que Gómez Morín y tantos otros quisieron construir.
Sin banderas…. Si causa grande… Sin motivos espirituales para enfrentar la pelea, el PAN puede hundirse en la alternativa que hoy, les ofrece el diablo.