Por El Santo Político
México se encuentra nuevamente bajo la sombra de Donald Trump. Su amenaza de imponer aranceles del 25% a las exportaciones mexicanas —con un foco especial en el sector automotriz— no es solo una declaración hostil, sino un claro recordatorio de la fragilidad con la que nuestro país ha manejado su política exterior en los últimos años.
¿Dónde está la estrategia de México frente a un vecino que, cada vez que puede, usa la economía como un arma política? Claudia Sheinbaum ha prometido diálogo y represalias en caso de que los aranceles se concreten. Sin embargo, estas reacciones parecen más improvisadas que parte de una visión integral para proteger los intereses de México.
El elefante en la sala: la dependencia comercial
México ha apostado casi todo su desarrollo económico a la relación con Estados Unidos. Las cifras son contundentes: el 80% de nuestras exportaciones tienen como destino el mercado estadounidense. ¿Y qué pasa cuando ese mercado utiliza su posición dominante para chantajearnos? Simple: quedamos atrapados, sin alternativas reales.
Los aranceles que Trump amenaza imponer impactarían directamente a sectores clave como el automotriz, donde México se ha convertido en un líder mundial. Sin embargo, este liderazgo no se ha diversificado hacia otros mercados, dejándonos a merced de las decisiones de Washington. Peor aún, la falta de una estrategia comercial robusta con otras regiones, como Asia y Europa, agrava nuestra vulnerabilidad.
La fragilidad del T-MEC
El T-MEC, que alguna vez fue presentado como la gran salvaguarda del comercio trilateral, se está convirtiendo en un escenario de tensiones. Trump ya ha insinuado que buscará endurecer los términos del tratado en la revisión programada para 2026. ¿Está México preparado para defender sus intereses? La respuesta parece ser un incómodo “no”.
Las acciones del gobierno mexicano, hasta ahora, han sido reactivas y tibias. En lugar de liderar una coalición con Canadá para frenar las medidas unilaterales de Estados Unidos, la postura mexicana se limita a declaraciones diplomáticas vacías y promesas de represalias que difícilmente cambiarán la dinámica de poder.
¿Y el Plan B?
La falta de diversificación comercial de México no es un problema reciente, pero los gobiernos actuales y pasados no han hecho lo suficiente para corregirlo. Si bien Sheinbaum ha prometido buscar mercados alternativos, hasta ahora no hay un plan concreto que apunte hacia una diversificación real.
¿Qué debería estar haciendo México? Primero, fortalecer sus lazos comerciales con Asia y Europa, aprovechando tratados existentes como el Acuerdo Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP) y el Acuerdo Global con la Unión Europea. Segundo, invertir en infraestructura interna que facilite el comercio con Centroamérica y Sudamérica, regiones a menudo ignoradas pero con un enorme potencial de crecimiento.
El costo de la pasividad
Si Trump cumple con sus amenazas, las consecuencias serán devastadoras para ambos países, pero más para México. Los empleos en sectores como el automotriz y el agrícola estarían en riesgo, al igual que las inversiones extranjeras que tanto necesitamos. La respuesta no puede ser solo esperar a que Trump cambie de opinión o confiar en que las represalias económicas nos beneficien a largo plazo.
México necesita abandonar su papel de espectador y asumir una postura firme y proactiva. No podemos seguir atados a una relación comercial que, si bien es fundamental, no debe ser nuestra única carta. El mundo es más grande que Estados Unidos, pero parece que nuestro gobierno no lo entiende.
Conclusión
La política exterior de México necesita un cambio urgente. Trump nos ha mostrado, una vez más, que el poder no reside en los tratados, sino en quien sabe cómo usarlos a su favor. Si México no aprende esta lección, seguiremos siendo víctimas de nuestras propias decisiones y de un vecino que no dudará en explotarlas.
Es momento de dejar de reaccionar y empezar a liderar. Porque en el ajedrez político y económico global, quien no mueve sus piezas a tiempo, pierde.